Cookie Consent by FreePrivacyPolicy.com Los tranvías de Valladolid

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Nueva publicación de Pedro Pintado Quintana

En la memoria de muchos ciudadanos ya mayores está la imagen de la circulación de vetustos tranvías por las calles madrileñas, barcelonesas, zaragozanas… Pero hay ciudades que los perdieron hace muchas décadas y su memoria se había perdido de entre sus habitantes. Entre ellas Valladolid, que les dijo adiós en el remoto 1933. El investigador Pedro Pintado ha decidido cubrir esta ausencia con su último trabajo, inscrito en la colección Monografías del Ferrocarril.


Los tranvías de Valladolid
 
 
 

(22/12/2015) Europa asiste en las dos últimas décadas a una reinvención de los tranvías, como claves de la movilidad en todo tipo de ciudades, como un modo de transporte sostenible que con con su retorno a las ciudades redibuja sus entornos urbanísticos. Este redescubrimiento surge ahora cuando prácticamente en toda España estos vehículos dejaron las calles de nuestras ciudades entre los años sesenta y setenta del pasado siglo. Pero estas retiradas de las vías tranviarias urbanas tuvieron algunas ciudades pioneras, como es el caso que nos presenta el investigador y divulgador de la memoria ferroviaria, el pucelano Pedro Pintado.

Valladolid, capital ferroviaria donde las haya,  con unos talleres cruciales en la historia ferroviaria española, con trenes de vía ancha y estrecha, solo carece de metros para completar todas sus facetas ferroviarias. Porque lo que si tuvo fueron tranvías, un sistema que arrancó el 19 de diciembre de 1881, con una primera línea de tracción animal que tenia su inicio en la estación de la Compañía del Norte.

Pintado inicia su obra contando como fue la génesis de la red tranviaria vallisoletana, los proyectos que se fueron alumbrando hasta que se ejecutó el definitivo. Pedro Pintado, cuyos planos en muchos libros de historia ferroviaria son claves para comprender las explicaciones de sus autores,  ha realizado también abundantes planos y esquemas a lo largo de las 167 páginas de esta obra.

Planos que se alternan con decenas de fotos históricas, de gran valor, que nos muestran como fue evolucionando la red, como sus coches se fueron colando por el callejero, como compartían sitio con otro ferrocarril urbano, la travesía de ferrocarril de vía estrecha de Medina de Rioseco, entre sus estaciones urbanas de San Bartolomé y Campo de Béjar (esta última junto a la de Norte en Campo Grande).

 

Uno de los planos de este nuevo trabajo de Pedro PIntado

Pintado va contando como creció la red, tanto en vías como en el parque móvil ligado a la misma, como se electrificó a partir de 1910 y de como, por múltiples motivos, el tranvía fue cayendo en quiebra. La competencia de los autobuses y el mal diseño de la red, que se acompasaba al crecimiento de la ciudad fueron las causas.

Hubo varios intentos de recrecer la red, pero finalmente el mal estado del material y la fuerte y agresiva entrada del autobús urbano, más acomodable a la ciudad en crecimiento, cerraron la red en 1933. Nunca más volvió a verse rodar un tranvía en Pucela, salvo quizás cuando al inicio de la Guerra Civil los golpistas usaron las cocheras del tranvía como cárcel, dejando al maltrecho material tranviario a la intemperie. Aprovechamos esta referencia para indicar que este libro da mucha importancia al capítulo del material móvil, por magro que este fuera: dieciocho coches motores y veintiocho remolques.

Hasta la publicación de este atractivo trabajo, pocos recordaban que la capital del Pisuerga contó con otros carriles, que no fueran los de Norte o Económicos. Su prematura extirpación del viario urbano, y el expolio o venta de su patriomonio, la demolición de sus cocheras, hicieron olvidar a estos tranvías que ahora Pedro Pintado pone en foco para que todos podamos conocerlo con detalle.