Cookie Consent by FreePrivacyPolicy.com Las locomotoras históricas Mikado y Bonita viajan hacia Mora la Nova para su rehabilitación

Material:  Noticia de actualidad


Tras una complejísima operación logística, arribó a su destino junto a una locomotora Mikado 141-F-2316

Tras el trabajo de preparación del material, de superación de problemas de todo tipo, la colaboración del Museo del Ferrocarril de Madrid, la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid y la Fundació per a la Preservació del Patrimoni Ferroviari Industrial de Móra la Nova (FPPFI), ha permitido que por fin este pasado domingo llegara a la estación tarragonense de Mora la Nova una pareja de históricas locomotoras de vapor, la Mikado 141-F-2316 y la Bonita, 241F-2238. Éstas s iniciarán aquí un laborioso proceso de recuperación para dar tracción al proyectado tren turístico que tendrá origen en este histórico depósito de locomotoras de vapor.


Las locomotoras históricas Mikado y Bonita viajan hacia Mora la Nova para su rehabilitación
 
La composición en una de las dos noches empleadas en este desplazamiento. Foto Miguel Ángel Lorenzo
 
 

(12/06/2012) Hace dos meses contábamos en este mismo portal de Vía Libre cómo se habían iniciado los primeros trabajos y movimientos de la locomotora Bonita y el automotor ABJ, situados en las vías exteriores del Museo del Ferrocarril de Madrid, para ser encarrilados en las vías conectadas a la red general. Era la primera fase de una complejísima operación que tenía como objetivo situar este material, junto a otra locomotora Mikado, en Mora la Nova, donde se rehabilitarán funcionalmente para dar tracción a un tren histórico turístico. Ya aquellos primeros trabajos de finales de marzo daban pistas de lo complejo que iba a ser todo este operativo. Con la colaboración de ARMF se habían preparado el material para poder afrontar la larga travesía de 532 kilómetros hasta Mora la Nova, pero los problemas se fueron sucediendo. 

En este proceso quedó fuera de este viaje el automotor ABJ 590-304, cuyo traslado se hará en un segundo momento. No fue este el único problema ya que la autorización de circulación de esta excepcional circulación, que fue concedida a 30 km/h de velocidad máxima, se enfrentó a la dificultad de que la altura de las locomotoras superaba en varios puntos los límites de gálibo de la actual catenaria de Adif. El equipo técnico del museo de Madrid, de Mora y de la Asociación Madrileña de Amigos del Ferrocarril barajaron múltiples alternativas, como usar locomotoras diesel para algunos tramos, llevando a bordo personal de electrificación para ir quitando y dando tensión a los tramos al paso del tren, especialmente en el tramo Caspe-Mora. Pero esta limitación se amplió finalmente a todo el recorrido desde Guadalajara (es decir, casi todo el itinerario) a muy pocas horas de iniciar la ruta. 

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La composición en las proximidades de Embid (Zaragoza)

El tren detenido en la estación de Casetas, una de las múltiples escalas de este viaje.


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La grúa del Museo de Delicias, manejada por sus rehabilitadores, miembros de Aremaf, colabora en la retirada de la chimenea a la Mikado

Rebajando la Mikado


Ante la imposibilidad de afrontar este reto en el plazo que quedaba era preciso buscar una solución in extremis. Finalmente la autorización se concedería si la Mikado, que era la locomotora que daba problemas de gálibo, reduciría su altura a 4,35 m. Esto sólo se podría hacer si se retiraba su chimenea. En esta operación fue relevante la aportación de los miembros de AREMAF, que colaboraron con la grúa que mantienen en Delicias en estado operativo, y que fue utilizada para retirar la chimenea de la Mikado. Fue una excepcional ocasión de ver material histórico en operación normal, no sólo en clave de exhibición. Además, para garantizar la seguridad del tren bajo la catenaria, se pintaron las partes altas de las locomotoras con pintura aislante para evitar la eventual formación de arcos voltaicos.
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Los protagonistas de este viaje al llegar a Mora. (Pinchar aquí para ver en grande)
Foto Miguel Ángel Lorenzo



Superados todos estos obstáculos, a las 20,30 h del viernes partía el convoy remolcado por la locomotora diésel 333.107 de Renfe Integria, que tiró del mismo hasta Santa Catalina dado que este tramo carece de catenaria. Desde aquí la 269.604 fue la encargada de remolcar hasta destino la composición, formada por el vagón J2-401331, las locomotoras 141-F-2316 y 241F-2238 y. finalmente, el furgón D8-8150, también cedido por la FFE a la AAFM y restaurado en 2011. Por delante quedaban nada menos que 36 horas de lento viaje. 

En la ruta el tren estuvo acompañado por personal técnico de AAFM-1ª Zona y de y de Mora la Nova. Más de ocho maquinistas colaboraron en la conducción del tren para poder cubrir los horarios reglados para este personal. Se realizaron un total de nueve paradas para realizar engrases y revisiones de las locomotoras, así como varios apartados para poder permitir cruces y rebases de las circulaciones habituales de las líneas recorridas por este lentísimo convoy. Todo se desarrolló sin incidencia alguna, de tal forma que incluso se adelantó el tren sobre el horario previsto en varias horas, teniendo que hacer una parada en una estación previa a Mora, para poder cumplir el protocolo de acogida y, de paso, dar una oportunidad de descanso a todo el personal de acompañamiento.

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El tren en el tramo final de la ruta

Paso junto a la central nuclear de Ascó

Finalmente, a las 13 h hacia el tren su entrada en la en tiempos importante estación de Mora la Nova, bajo la expectación de casi un millar de personas, en una imagen que hacía mucho tiempo no se veía en las vías españolas. La pareja de locomotoras fueron situadas por el material de tracción de la FPPFI junto al puente giratorio que también ha sido reinstalado en su antiguo enclave hace ahora un par de años. Queda por delante la ingente tarea de poder rehabilitarlas, pero la gente de Mora la Nova tiene ya un sólido proyecto y ha creado unas instalaciones desde donde estas locomotoras podrán volver a la vida en no mucho tiempo.

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El convoy camino de Mora en un tramo entre Medinaceli y Calatayud. Se aprecia en el techo de las locomotoras la pintura aislante. Foto Ramón Fernández Ojeda